Adentro, una vez todo tendía a la vagancia. La prisa cegaba y la oratoria no sabía manipular. Claramente había tantas desventajas con esporas sin ocupantes del panal. Quedaba difícil encontrar algún culpable, sin conocer a ciencia cierta el escondite de su último pañal.
Las respuestas fueron cada vez más escasas, pero ahora por miedo a acertar un diagnóstico. Entre pena, timidez, placer, desmotivación, tristeza y seducción; se mezclaban los interrogantes más puros del desacierto. Que llegada la noche, la sombra lloraba lamentos. Le embargaba el consuelo de la distancia cosechada con destierro.
Qué salga. Ya urge que se vaya de aquí, antes de que la mezcla le juegue un desliz. Estupideces bien pensadas de querer morir saciando ironías con constante matiz.
Por tanto, nada era coherente, ni constante, ni fiel. Si con tanta desdicha, la melancolía muestra la carencia de fe. Así, el caos era más revuelto y lleno de invariables; siempre haciendo perder la noción del tiempo circundante. Ni siquiera los trozos de papel se oponían a convertirse en enjambres.
No conseguir salidas es, finalmente, más acorde que un alud entre brisas de arenas que no miden su magnitud recordándo que falta cualquier clase de templada actitud para observar en otros ojos lo que no se ve nunca a plenitud; queriendo, de vez en cuando, expresar algún tipo de gratitud.
Adentro permanece, pues afuera no hubo nunca INTIMIDAD.
El asombro marchito en la costumbre
De las casualidades concreta el desenlace
Mordaz de la sombra coadyuvante
Testificando pubertad vivida del olvidado infante.
Antes se le esquivó toda forma sexuada
Con el tiempo el prejuicio se creía jaula
Más la soledad concretaba en el alma
Lo asiduo que desestresaba en calma.
El cuerpo que vive mil impacientes sosiegos
Irriga colores al reflejarse en el pañoso espejo.
Cuando desliza manchas de venideros tormentos
Conoce el idilio de un esporádico libido ciego.
Creyendo aproximarse al máximo haz de luz
Las esfinges manipulan las soberanías del tabú
Cede el cuerpo minúsculos instantes de plenitud
Copando el pensamiento de sensaciones sin virtud.
Pasando el tiempo se olvidó de poder ser feliz
Confundió su intimidad con el impuesto compartir
No quedó ni el remordimiento del deseo para sí
Entregó atascado el resto en un infinito fingir.
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