Sea dicho de ratones y conejos
Sea dicho de ratones y conejos Existió una vez una camada de … cuyos integrantes yaciendo en la planicie para tomar el sol, olfateaban el rastro de … Me queda la incógnita de saber cuál era el verdadero origen de ese olor. Claro, el cerebro humano ya no sintetiza la información proveniente del ambiente de la forma en que esos animales sí tienen la dicha de hacerlo. Pero bueno, resulta que sintieron un poco de mareo, se obsesionaron con cerrar los ojos y quedaron inconscientes. El viento los arrastró. Levitaron, cargaron consigo los deseos y los volvieron a ocultar. Cuando despertaron no hubo viento. Seguían en las mismas posiciones incómodas, más algunos habían comido tierra y ahora hacían especulaciones. Miradas de escrúpulo, la pena misma avergonzaba y los pelos empalidecían sin poder ocultarse. Los bigotes se empecinaban en querer encontrar algo. “¡En marcha!” y agudizaron los sentidos. Todo el cielo era una aurora boreal y desde el infinito se escuchaba la cascada fluorescen