Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2016

Con calma y serenidad

Con calma y serenidad Mas te repito algo que siempre escuchas tras actos de prepotencia: la  arrogancia empobrece a l alma. Si en tu queja eterna desperdicias la esencia de tu pensamiento, recordarás que estás a punto de abandonar por completo la ilusión de la vida gloriosa. ¡Hasta dónde te dejarás llevar por la soberbia! Ya basta de esa esquizofrenia provocada y de petulancia manipuladora. Sé que hay algo más allá que causa gran molestia. No hay razón para tal hastío con quienes no tienen nada qué ver. Así me doy cuenta de que ignoras la razón de la objetividad, el principio de la justicia se desvía hasta el margen. Finalmente, ¿a quién le queda el alma más quemada cuando el viento llega por cenizas? Nadie debe de pagar las consecuencias de los actos ajenos de cobardía omnipresente y ceguera parcial. Ante tales actos de rabia, hay más vulnerabilidad en ti y, por supuesto, la amenaza se devuelve sangrante. ¿Te das cuenta a tiempo de tu terror? Tal vez no y se fuga la razón po

Una guerra y una lápida

Una guerra y una lápida Una guerra de invierno y una lápida de fuero.  Un matiz fluorescente, un suelo pintado de mierda.  Hambre y dolor que se olvidan con el sudor de huellas apresuradas.  La procesión del manglar, la adoración conservada.  El dueño de la tierra.  Uñas moradas, labios fríos, lengua encogida.  Predicador de odio, orador de amor, transformador de ilusiones.  El contacto borrado, la agenda vacía. La máquina de café, la pista de atletismo. El computador sin antivirus, la biblioteca. El sofá de cuero en la sala atestada. El periódico matutino, la mesa servida. La deuda de las finanzas, la propiedad hipotecada. El banco, mercenario; la cooperativa, estafa, embargo. El sistema, la condonación. Los intereses, altos; la compra del capitalista. Un libro de filosofía, una reseña. El escritorio de cedro, la pluma de tinta azul. El cuadro impresionista de una revolución con marco falso, El candelabro, iluminado; el pasillo.  Una estrat

Un cuento de verdad

Un cuento de verdad De todos los cuentos que me agradan escuchar, porque a ellos les gusta ser contados, hay uno sobre los dos que dejó de ser fantasía para convertirse en realidad. Sin ficción, sin aventuras, nos gusta ser protagonistas de historia pura de ensueños.

Fe moribunda

Fe moribunda  Los hechos:   El medallón de una virgencita yace sobre el asfalto. Dudo en levantarlo. ¿Alguien lo ha dejado ahí a propósito? ¿Se le ha perdido a su dueño? Se le notan los días, tirado, en la calle; varios neumáticos le han pasado por encima; así como también mi fe ha sido arrebatada y, de vez en cuando, arrollada por circunstancias oscuras de mi vida.  Recojo ese digen como símbolo del deseo de querer aferrarme a algo. Pienso inmediatamente por qué lo hago, ¿es coincidencia?  Hay cosas en las que no creo: la idolatría, la hostia, las imágenes, la excomulgación, los santos, las iglesias, sus templos; los rituales, las ceremonias, las ofrendas. Creo en la comunión, en la compasión, en el amor, la benevolencia, en que el ser humano puede estar libre de pecado. La reflexión:  Dios sabe que estoy intentando ser más neutral. Me queda la duda de la lealtad y la consagración para no sufrir tanto, si algún día decido retirar mi fe. La realidad no es otra, sino