ASÍ
-Ya me iba. Si tienes cojones
para contar, sabrás cuánto tiempo llevo esperando.
-Hola. No me da gusto
saludarte pero lo hago. No son más de cuarenta minutos. Ya hubiera querido yo
no haber tenido que venir. Aquí estoy. Lo siento mucho por la demora, de todas
formas.
-Tú me citaste y me has
hecho esperar. Esta soberbia tuya me jala los pelos.
-Las disculpas son
sinceras. Estaba en el quirófano y el procedimiento tuvo complicaciones.
-Pudieras ser preciso y
aceptar que pudiste haber cometido algún error, olvidaste hacer algo, no
planificaste bien o yo qué sé; en lugar de hablar impersonalmente.
-Como digas. Me conoces
bien. Ahora, te llegarán los documentos de la separación de bienes. Me gustaría
que los vieras bien, te sentaras inmediatamente con tu abogado y emitieras una
respuesta que me hagas saber con prontitud.
-Vaya manera. Yo veré
cuánta prontitud le doy a tu valiosa solicitud. Dime algo, ¿no crees que esto
no se pueda resolver debidamente a sus tiempos de acuerdo a la legalidad?, ¿por
qué no dejas que los documentos lleguen a mi abogado, se me notifique, yo me
tome el tiempo y, entonces, te responda?
-Precisamente, porque no
tengo tiempo. Te interesa terminar ya esto. ¿Me equivoco?
-Eres muy sabio.
-Lo tomo como un
cumplido. Sin sarcasmo, te explico: faltará una semana para que esto pase; yo
saldré del país en un mes o menos…
-¿Ya desean ordenar?
-Tráigame, por favor, un
Moca-Nutella acompañado con dos
barras de granola.
-¿La señora?
-¿Me ve con cara de
apetito?
-Relax, no soy la culpable de su amargura. Ya sale su orden,
caballero.
-Ya basta la risita. Y
poco me importa si te vas, si te quedas, si te mueres en este o en otro país.
-¡Ajá! Eso lo he tenido
claro. Siempre. Pues, considéralo. No regreso en un buen tiempo. Escuché que
pronto te comprometes y, antes de ser yo el beneficiado, no se vería bien que
te embarcaras en una nueva farsa sin haber acabado con esta.
-¡Cómo te atreves! No
tienes ningún derecho de opinar sobre mi vida.
-No opino. Deseo que el
de turno no se lleve una mala impresión de lo que puedas hacer a sus espaldas.
-A él lo amo.
-Lo mismo les decías de
mí a tus amigos; así, tan rotunda que se convencían de ello. Mira en lo que
resultó. Así que no intentes ocultar el sol con el meñique.
-Para haber venido a
pedir un…
-Señor, su Mocca-Nutella y sus granolas. Disfrute.
-Para pedir un favor hay
que ser menos petulante.
-El favor es para ti.
-¿Qué ganas tú?
Seguramente que tienes planes.
-Mira que sí,
efectivamente. Planeo darle fin a esto, vivir tranquilo.
-Yo te veo muy
tranquilo. No creo que te haga falta ver mi firma sobre el papel.
-La dichosa firma nos
desvinculará definitivamente a ti y a mí. Por lo menos, legalmente.
-Ahora resulta que estás
muy afectado. Veo que te cuesta pasar saliva. Quiero reírme.
-Me afecta. Me afecta
porque me hacía gran ilusión el hecho de estar con alguien con quien me sentía
bien. Pero echaste todo a perder.
-Ya está. De arrogante a
sufrido. No soporto más tu drama. Nos vemos para la firma final. Cuenta con lo
que me pides. Hasta la próxima, ridículo.
-Chao, “Doña Perfumada
Para La Cita De Quien No Te Importa”.
-¡Ja, quién lo dice! Me
citas en el café al que veníamos y pides lo que yo pedía.
-¿Te ilusionaste?
-Púdrete. Te dejaré en
la ruina. Sabrás de mí.
-Te ves mal ahí de pie.
Te estás despeinando.
Comentarios
Publicar un comentario