LA COINCIDENCIA DE LA PARADOJA

La coincidencia de la paradoja

Cada mayo, como en abril sin un adiós, sin un saludo.
La lluvia ya aborrecida permea la humedad sobre los rostros,
Y con ella, la quejumbre y el desdén.
Como quien va y viene sin avisar en casa nobiliaria,
Como quien se empeña en mirar aturdido sobre la transparencia del agua.
Cada pájaro, como cada insecto en una cadena casi perpetua.
Así mismo la flor le entrega su néctar al colibrí imparable;
Tal cual, sigue el día su curso para terminar en la noche y repetirse otra vez.
Como el viento que se forma y se renueva sin sensaciones ni propósito
Pero trayendo consigo lo suyo.
Tan triste, como feliz, ocasionalmente.
Como el  emocionante que se expira con tranquilidad
O el no resentido que anuncia la tregua olvidada, que ahora
Se convierte en guerra y amenaza con causar heridas irremediables.


Cada día lluvioso, como cada día de sol se dibuja la sonrisa,
Se camufla el llanto; el alma finge la calma y bota las penas insaciablemente.
Cada bienvenida, como cada adiós hierven de emoción el pecho.
Tanto el sueño, como el despertar obedecen el testamento del subconsciente,
Crean realidades paralelas de sentidos e instintos, lo evidente y lo percibido;
Intuitivamente, respirable, palpable y abstracto.

Cada abrazo, como cada rechazo se conjugan en un cuerpo
Que, mayormente, se desea y, para disimular, se abandona
En el escape, tal como en el encierro.
Sin premuras, empieza a dibujarse el abandono entre lo propio y lo ajeno.
Y aparece la especie ambigua y la crisis de la existencia.
La confianza se desvanece en la marcha del ego,
Entre sus dudas y el mismo gesto que dibuja complicidad y determinación.
Aparecen las cosas más importantes para aprender a lidiar con las imposibles.
Tanto en la paradoja como en la coincidencia.


Desde aquí, el cielo parece no tener límite;
Aunque la sensación de lo terrenal tampoco parezca inacabable.
Como el camino austero de la vida, como las formas en que coincide.
En la prontitud, como en la independencia de los intereses del tiempo
Los pronósticos defraudan y, a la vez, complacen.

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