LUNA MÍA


Sígueme hasta donde los caminos vuelven a separarse.
Andaré el día, con cautela, bajo sombras y refugios.
Taparé mi alma en otra luz, mientras que te reparas.
Regresarás, cuando mi espera presencie tu misterio.

Sonríeme con tus figuras lentas, medianas, circundantes.
No calles tu espacio, no apagues la llamarada.
Ni suenes en mi eco sordo, incompleto en la nada
Sin la niebla opaca y gruesa sobre la arena mojada.

Muéstrame la cordialidad de tu armonía penante
Sin la exuberancia de la sombra que no podré ver.
Aquí cerca, relativa. Allá lejos, efímera, palpitante.
Espumosa, lujosa, reinante de paz resplandeciente.

Haz de mí, también, lujo entre joyas, ola sobre aguas.
Quiero ser aire fino para pasar -sobre rostros- sin olor,
Con la evidencia del rastro invisible, mero, deliberado.
Qué las criaturas nos esperen. Qué la calma se pierda.

Dame el don de la distancia agotable, en tanto alcanzable.
No hay sabiduría que iguale esa fuerza, tuya, inconfesable.
De ti me cautiva el consuelo sano de la presencia nublada, 
Que nunca calla ni le falla su silencio duro y poco confiable.

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