SIN TESTIGOS

Mi recuento en un festejo 


Salgo de la cueva, en reversa
Muestro antes la espalda
Que mi nariz y mi frente.
Los pasos siguen siendo seguros
Quién ha dicho que no hay confianza.
La noche es mi día
El día parece tarde,
Perdida en letanías,
Corregida ya sin frases.
Unos cuantos ecos que no escuchan,
Algunas sombras cubiertas de luna.
Nada de pesares: lamentos finitos
No me mires sin espada
Yo cargo mi propio peligroso filo.

En devenires me encuentro,
Recito ciertos argumentos,
Que nunca aprendí de memoria
Pero me fijan a mi historia.

Yo. Sí. Soy yo.
¿Hay algo más que apreciar?
Ya nada es especial y creo
Que habiendo postergado
algunos sucesos me lavo las manos
En el agua de los trapitos
Que ya me achantabas.
Mi indiferencia es absurda:
Ni yo mismo la entiendo...
ay qué ironías más exquisitas
Yo me meo de la risa.
Sin apariencias, ni engaños, ni traumas, ni dramas.
Despejo la mente, lo pienso dos veces, lo acomodo
A la voluntad de la conveniencia -a fin de cuentas
No vale la pena perder en las esferas jerárquicas-
Y dicho queda.
Qué dolor, si para mi pesar no tuve testigos.
El colmo que mi suerte no la escoja yo.
¿Me creen ficha de tablero? Tengo piernas
Y sé andar, los impulsos no son tan externos
Puedo decidir ante cuales cosas reaccionar.
Es que para eso: somos libres TODOS.

Soy de los que se cagan en la alturez
De aquellos antipáticos presumidos;
Aunque también he aprendido a prever
Las consecuencias de mis quejidos.

Moderación, control, enfoque,
porque no cualquiera aprendió a oír,
porque no peso tanto como el poder
Que le fue otorgado para delinquir.

Fueron blasfemias no dichas en mi presencia
Luego, prohibiciones para su conveniencia
¿Dónde quedó la humildad, la honestidad?
¿Olvidaron mi derecho a la defensa?
La injusticia parecía la respuesta
Paralela al bien personal, ni siquiera
El bien común, ni la inteligencia...
No hubo integridad, ni respeto por la autoridad.
Vergonzosa decisión unilateral
Era inevitable no querer comentar.
En todo caso, era su pelea en contra
De mi mérito personal.
¿Quién hace cosa tal?
¡Oh ente, qué inhumano serás!

Avenida del elixir de un contagio sustancial,
Fragmentado en el carácter de la sombra rumoral
Incierta, manipuladora y sin prestigio formal,
Sin vestigio de haber sudado alguna necesidad.
Le persigue la sucia conciencia asfixiada
En daños hechos a terceros, afines a su divinidad.
Sin superar algunos viejos cuentos y traumas
Prefiere malograr a quien le puede superar...
Ay temores que le aquejan y no permiten respirar
Cada respuesta es un laberinto que le juzgará,
Cuando no haya más eufemismos para dignificar
Aquellas patrañas que ya le han de avergonzar.

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